Estratégicamente situada por su proximidad a las materias primas y la energía (minas, bosques, ríos), la progresiva deforestación motivó el traslado desde “Olaondo”, a un kilómetro del actual embalse de Eugi, a “Olazar” en los siglos XVI-XVII y de ahí a “Olaberri” en el XVIII.
Fue una de las Reales Fundiciones dentro de la red de empresas estatales gestionada por ingenieros militares para abastecer de municiones a los ejércitos hispanos. Funcionó entre 1766 y 1794, cuando fue destruida por las tropas francesas en la Guerra de la Convención.
Esta muestra de patrimonio industrial es el primer modelo de fábrica – población, una unidad autosuficiente de 10.000 metros cuadrados y unos 700 habitantes con tres zonas separadas: la productiva (con carboneras, hornos de fundición, talleres de calibrado…), la residencial y la de servicios, con escuela, centro médico y capilla.